Quiso reírse, porque parecía lo correcto. Para restarle intensidad. Para hacerlo menos abrumador. Pero él la miró de reojo al decirlo, con ojos verdes y ardientes, y ella sintió un miedo terrible de quebrarse.
Y no sabía si quería decir que llegaría al orgasmo... o que se desmoronaría. O ambas cosas.
Tenía un zumbido en los oídos. Y tal vez era su respiración, agitada. Tyler le desabrochó los vaqueros y luego le bajó la cremallera. Y ella quiso decirle que no se molestara. Que nunca le había importado demasiado eso que se suponía que a todas las mujeres les encantaba.
Que, según su experiencia, siempre era un poco complicado y vergonzoso. Sus novios siempre estaban tan orgullosos de sí mismos, tan empeñados en demostrar algo, que ella no había sentido más que una presión enorme por gritar, seguir adelante y fingir que estaba en otro mundo. Cuando en realidad, la cabeza de alguien estaba entre sus piernas mientras una espiral interminable de ansiedad la atormentaba...
—Oye. Lexi.
La vo