Hospitales. Al entrar, Lucía recordó a su padre: los meses que pasó luchando, entrando y saliendo de la sala de oncología, recibiendo tratamientos en los que habían depositado tantas esperanzas, solo para finalmente perderlos. No estaba segura de poder soportar otra pérdida así, y ya se estaba ilusionando con la idea del bebé.
—Vamos al sexto piso —dijo Lucía, señalando las puertas de los ascensores que estaban justo enfrente.
Javier le abrió la puerta, con toda la caballerosidad del mundo. Ella metió las manos en los bolsillos del abrigo. ¡Cuánto le habría gustado poder tomarle la mano, apretarla, tener un verdadero compañero en todo esto! Pero no lo tenía. Él era el padre por obligación. El anuncio del embarazo había sido lo que lo había traído de vuelta a su vida. No había sabido nada de él desde que rompieron. De las muchas cosas que tenía que superar, esa le parecía ahora la más difícil.
Llegaron a su piso y salieron a un pasillo silencioso. Había varias clínicas a lo largo del p