¿En serio? ¿Esas fueron las primeras palabras que tuvo que decirle? Él sabía que se lo merecía, y como no podía culparla, dijo: "¿Cómo se supone que lo haremos?".

"Creo que deberíamos acordar evitarnos siempre que sea humanamente posible. Yo me mantendré alejado de ti y tú del mío. Después de esta boda, no tendremos que volver a vernos nunca más".

Eso de no volvernos a ver nunca más le sonó como un puñal en el estómago, y no tenía sentido porque le había dicho palabras parecidas hacía unas dos semanas.

Una comisura de su boca se curvó, luego asintió solemnemente. "Me parece buena idea".

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Lexi estaba sentada afuera, en el balcón privado de su habitación, junto al bonito juego de patio de hierro forjado, leyendo la novela que había empezado hacía dos días. El sol le calentaba la piel y una brisa húmeda y salada del océano le movía las puntas de la coleta.

¿Qué mejor lugar para relajarse y despejar la mente de los miedos que había tenido últimamente? ¿Para relajarse y descansar?