CAPÍTULO 64. Sí, Mamma

—Tienes que hacerlo creíble —insistió Victoria media hora después, mientras Amira estacionaba y ella le daba la vuelta al auto.

—¿Estás loca? ¡Se me caería la mano si te golpeara! —se espantó Amira.

—¿Quieres que te provoque un poquito? —la amenazó Victoria mostrándole los puños y luego suspiró—. ¡Vamos, Amira! ¡Lorenzo no se va a tragar el cuento de que vine por mis piecitos sin resistirme!

La mujer frente a ella había matado más personas de las que Victoria quería saber, y sin embargo no era capaz de darle un simple puñetazo.

—A ver, tú me das uno ahora y yo te doy dos más tarde. ¿Así te quedas más tranquila? —la animó.

—¡Mentirosa! Tú no me golpearías para desquitarte.

Victoria puso los ojos en blanco y resopló.

—¡Pues me tocará darme de cabeza contra el cristal! Pero eso es más peligroso, te lo advierto…

—¡Está bien, está bien! —gruñó Amira y un segundo después le estampaba el puño en la cara de tan manera que Victoria se tambaleó—. ¿Ya estás feliz?

—Pues más o menitos… —murmuró
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