CAPÍTULO 26. Una familia que componer

Exactamente como Victoria había ordenado, el doctor Hiyamoto estaba ya esperándolo, pero salir del auto pareció despabilar a Franco.

—¿Puedes caminar? —le preguntó Victoria, que entendía mejor que nadie la importancia de no parecer débil.

—Sí… sí puedo, niña —respondió él intentando sonreírle para tranquilizarla.

Aceptó solamente la ayuda de Archer, que pasó un brazo bajo su hombro bueno y lo ayudó a llegar a la clínica.

Victoria se limpió la mano con una toalla que alguien le pasó, y levantó a su hijo para encaminarse con determinación hacia la clínica.

Se notaba que Massimo estaba cansado, debía haber pasado muchas horas de estrés y sin dormir por no estar con ella; y como la muchacha ya lo conocía, fue acunándolo y cantándole hasta que empezó a quedarse dormido sobre su hombro. Mientras, hacía que Archer le explicara cómo diablos le habían dado un balazo a Franco.

Abrió la puerta de la pequeña habitación donde el doctor ya estaba atendiendo a Franco, y tiró de una silla para sentar
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