La noche era fría, oscura y lúgubre, quizas iba acorde con su estado de ánimo.
Su vista se perdía en la terrible oscuridad frente a sus ojos. -¿Tampoco puedes dormir?- cerró los ojos al escuchar su voz. Tan ronca... profunda... tan amada. Se giró para verlo, se enfrentó a aquellos oscuros ojos, a su hermoso rostro que estaban sumido en parciales penumbras. -No- le dijo sincera para luego suspirar- se me hace imposible- Nael, terminó de llegar a ella. -Me sucede lo mismo- Reconoció- Vanessa, lamento tanto todo el daño que te he causado- sonaba realmente triste y avergonzado.-Que nos has causado- le corrigió- no me has lastimado sólo a mí, sé que sufres. Lo veo en tus ojos, Nael. -Mi sufrimiento es lo que menos importa- respondió- pero quisiera tener otra vida. -Yo también lo quisiera- dijo y un silencio incómodo los abrumo por algunos minutos- quiero que sepas que no