La alegría habia llegado para quedarse, y la absoluta felicidad que hacía mucho no era experimentada en el pueblo Norusakistano.
-¡Oh por Dios!- gimio Suseth sin poder contener las lágrimas que nacieron en su corazón, a reflejaron en sus ojos y libremente se deslizaron por sus mejillas. -¡Alá bendito!- exclamó Ivette con una enorme sonrisa. -Serás la reina más hermosa que haya tenido el pueblo- aseguró Isabella, acariciando los pliegues del hermoso e impoluto vestido anglosajón. -Ese es un halago enorme tía, considerando tu indiscutible belleza- le devolvió la sonrisa- estoy tan feliz - su voz de quebró un poco- tan inmensamente feliz. Toda mi vida he esperado este momento- sus ojos se cristalizaron- los seres que amo acompañandome en la unión al hombre que siempre he amado.