Mi madre, mi hermana y Luis le detestaban, tan sólo a Juan y a mi padre les caía bien. Y eso era todo un logro, pues él no salía caerle bien a casi nadie.
Estábamos sentados en el salón, mientras todos charlábamos. Kevin estaba sentado a mi lado. Comencé a contar una anécdota donde Luis y yo éramos los protagonistas. Había sido al empezar en el cuerpo, cuando había olvidado quitarle el seguro al arma y la movía, como si fuese una caraca, intentando que el arma fuese.
Todos comenzaron a destornillarse con aquello, como cada vez que lo contaba, mientras notaba la penetrante mirada de Kevin en mi rostro.