Los dos escoltas, que habían estado en vigilia cuidando a Angelina, habían sido encontrados en un callejón amordazado y aturdidos. Luego de recuperar la noción del tiempo le dijeron a la policía que eran empleados del duque de St. Moritz. Más tarde, dos agentes de policía acudieron a la residencia de Michael. Uno de los sirvientes avisó a William, quien fue rápidamente a indagar el motivo de la visita.
—Disculpen que lo moleste —dijo uno de los policías. —Pero, hallamos a dos hombres, estaban amordazados en un callejón miserable apartado de la ciudad y ellos afirman estar bajo órdenes del duque —William quedó pensativo.
—¿Dónde están esos caballeros?
—En la comisaría, señor.
—Llévenme con ellos. —Los p