99. MI ESPOSA TIENE UN AMANTE
Despierto temprano, la emoción vibrando en mi pecho ante la inminente visita a la Hacienda Amanecer. Dicen que es aún más grande que la de mi esposo, y, por lo tanto... más próspera. Si tan solo hubiera esperado un poco más, habría sido yo, y no la tonta de mi hermana, quien fuera su mujer.
¿Por qué me dejó creer que solo era un simple peón? ¿Por qué nunca me confesó que por sus venas corría sangre Ortega? De haberlo sabido, lo habría ayudado gustosa a recuperar su nombre, su legado... y habría sido infinitamente más útil que Rebeca. Pero aún no es tarde. Sé que puedo convencerlo de volver a mí. Pablo no es un hombre cobarde ni un esclavo de las convenciones sociales. Si logro despertar en él lo que una vez sintió, dejará sin dudar a mi hermana, sin importarle convertirse en la comidilla de la sociedad.
Yo, en medio de mi tenacidad era inocente cuando lo conocí, era ignorante en temas carnales y él fue mi maestro, el hombre que dejó una marca para siempre en mi alma y a quien mi cuerpo