100. MOMENTO DE DOLOR
Supongo que han pasado días. Mi juicio está nublado por la rabia y el alcohol. Las cortinas cerradas del estudio me impiden saber si es de día o de noche, pero tampoco me importa. Solo quiero olvidar, aunque sea por un momento, que el mundo fuera de estas cuatro paredes sigue girando... y que duele.
Mi mujer ¡Ja! Mi supuesta mujer ha sido confinada a lo que alguna vez fue nuestra recámara. Nunca me imaginé haciendo algo así. Hubo alguien más antes que yo y no tengo la certeza de quien es y si eso continúo después de nuestro matrimonio. Lo único que tengo es una confesión pobre y a medias, suficiente para quebrarme, insuficiente para darme paz. Me encerré aquí, aplazándolo todo. En esta habitación me permito sentir el dolor que carcome mi alma, al punto de casi desear morir. ¿Cómo puede doler tanto? Parece casi físico, ¿Por qué me apegué tanto a ella en tan poco tiempo?
Parece que he sido un idiota que se dejó encandilar por un rostro dulce y aquella sensación extraña que me instaba a t