Diez días.
Habían pasado diez días desde que Elliot había pasado una madrugada deambulando por la mansión Davies, intentando localizar a Kali. Después de eso se había ido a su departamento y no habían sabido mucho más de él.
—¿Todavía no contesta? —preguntó Richard preocupado, mirando a su hermana mientras se acomodaba en una de las butacas de la oficina de su padre.
Frente a él, Valeria se quitó los zapatos y se acomodó en otra butaca y su padre sirvió un trago para cada uno.
—A mí no me responde al teléfono —dijo Andrew.
—A mí tampoco —rezongó Richard.
—Yo hablé con él ayer —dijo Valeria y los hombres la miraron sorprendidos. Era verdad que cuando aquella mujer quería algo, no había nada que la detuviera.
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