CAPÍTULO 38

—Pero no es lo normal —declaró la mujer que, dos años atrás, hubiera visto toda la disposición de esa joven que tenía por la plaza que estaba recibiendo, es decir, ella incluso cambió de ciudad por obtenerla—. Sabes, son contadas con una mano, y me sobran tres dedos, las personas que renuncian a este tipo de cosas.

—Mi más grande sueño siempre fue hacer una familia —explicó la castaña, que terminaba de firmar algunos papeles para la disolución de su contrato con el gobierno del estado—, así que espero poderme dedicar a eso el resto de mi vida.

—¿En serio? ¿Pero no es que necesitas mucho dinero para hacer una familia? Emilia, los hijos son muy caros —señaló en un tono medio burlón la mayor y ambas sonrieron, las dos tenían un hijo, así que lo sabían bien.

—El padre de mis hijos es rico —explicó la joven y la otra asintió en un par de veces como si entendiera algo, y también con los ojos muy abiertos.

—Y, si tu pareja tiene dinero, ¿por qué dedicaste tanto esfuerzo en obtener la plaza?
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