—Creí que lo odiabas — alegó Ramona, mientras miraba con detenimiento el menú en sus manos.
— Y lo hago; pero no huiré de él — Respondió con firmeza, Milen, menos concentrada en el menú que su amiga.
— El pescado aquí es delicioso — Ramona siguió absorta en la comida.
— Tengo que buscar eso que me están ocultando; pero no sé por dónde empezar.
— Por un queso fundido.
— ¿Un qué fundido?, ¿de qué hablas?
— De la comida, ¿tú de qué hablas?
— De … Olvídalo, me la paso hablando de lo mismo todo el tiempo, es aburrido — Milenka se desparramó en su asiento frustrada.
— Oye, oye, no aburres a nadie — le aseguró — y estoy de acuerdo contigo en que todo es muy extraño, nunca me pareció normal que Itzam te dejará y en lugar de seguir sus antiguas prácticas se hundiera en la depresión… perdón por lo que diré; pero él sigue amando, tal vez, antes tenía mis dudas; aun así, ahora, después de lo que me has contado, cómo se pareció la otra noche, sabe dónde vives y te mantiene vigilada, es muy obvio.