Capítulo 53. Torbellinos de emociones
En la capital de Columbia
El Narrador:
—¡Disculpe, señor mi atrevimiento! Pero tengo dos nietos, ¡bueno, son los hijos de mi ahijada, en Venezia! Y son idénticos a usted, ellos son gemelos —confesó ella, aún impresionada y más ahora, que lo tiene tan cerca— ¡Dios, hasta en la sonrisa!
—Eso, quiere decir que tengo dos clones en Venezia —vocalizó él con una sonrisa— ¡Caramba! Ni decir, que pudieran ser míos, porque nunca he estado allá —aclaró él, haciéndose en su rostro los dos hoyitos que se hacen en la cara de los gemelos, al reírse.
—¡Brad! —llamó Charlie, para saber que deseaba comer.
—¿Cómo se llama? —Cuestionó ella, más asombrada aún— ¿Brad? ¡Dios, esto no puede ser! —expresó esta, a viva voz, sorprendida.
Recordando que el padre de los gemelos es de aquí, de Columbia. Ella, prefirió retirarse caminando a paso apresurado, para alejarse de él. Entretanto, Brad volteó para informar a Charlie lo que deseaba comer.
Cuando volvió la mirada hacia donde se encontraba la señora, ya no es