Después de cenar, el ambiente se llena de una calma peculiar. Naiara lava los platos mientras Aziel la ayuda a secarlos y a acomodarlos.
La conversación ha sido fluida sin esfuerzo, y aunque ambos están conscientes de la tensión que existe, es como si algo entre ellos hubiera cambiado, o al menos, se hubiera suavizado. Naiara nota la sonrisa brillante que tiene Aziel y él nota el brillo hermoso en sus ojos. Aziel se recarga en la silla, terminando su copa de vino mientras observa a Naiara limpiando la mesa.
Cuando ella termina, se despide y se dirige a su habitación, no sin antes tomarse de golpe otra copa de vino.
—Ya voy a dormir...
—Yo también...te acompaño —toma las dos copas sucias y la deja en el fregadero.
Naiara se siente diferente esa noche. Aziel la sigue.
—Bien, que duermas bien, Aziel. Gracias por ayudar.
—Es lo menos que puedo hacer. La sopa estaba deliciosa.
—Luego te enseño cómo prepararla.
—De acuerdo.
Hay algo que la hace quedarse un poco más de lo habitual en el marc