C7- ABRE LAS PIERNAS.
C7- ABRE LAS PIERNAS.
Elizabeth se detuvo frente a la puerta; sus manos estaban frías, y tragó saliva antes de levantar el puño para golpear. La bata que llevaba era suave, demasiado delgada, casi transparente. Zander la había enviado con una vieja ama de llaves, y aunque Elizabeth había dudado al ponérsela, no tenía otra opción. Había esperado a que Melinda se durmiera; no quería que le preguntara adónde iba.
¿Qué habría respondido, de todos modos?
Mientras imaginaba lo que ocurriría dentro de ese cuarto, la puerta se abrió antes de que su puño llegara a la madera.
Gideon estaba allí, vestido solo con una bata negra abierta en el pecho. La tela caía a los lados, revelando músculos marcados, piel bronceada y ese aura de peligro que siempre lo rodeaba. Ella no pudo evitar mirar, y que un calor repentino se extendiera desde su centro hasta sus mejillas.
—¿Vas a quedarte ahí? Pasa —ordenó Gideon, con una voz que no sonó mucho más firme que la de ella. Sus ojos ya habían bajado al escote