C8- LA POSESIÓN DE UN LOBO.
C8- LA POSESIÓN DE UN LOBO.
El aire en la habitación pesaba, cargado de tensión. Elizabeth podía escuchar el latido de su propio corazón, acelerado, mientras Gideon la observaba con esos ojos dorados que parecían verlo todo.
Y antes de que pudiera responder, la boca de Gideon se cerró sobre la suya con un beso devorador, duro y exigente. No había dulzura, solo necesidad cruda. Elizabeth intentó resistirse, pero sus labios se abrieron bajo la presión de él, dejando que su lengua invadiera y reclamara.
Porque en ese momento, Gideon no pedía, tomaba.
Una mano se enredó en su pelo, tirando con suficiente fuerza para hacerla arquearse, y el dolor se mezcló con algo más, algo que le hizo temblar. Él lo notó y un gruñido escapó de su pecho mientras su otra mano descendía, agarrando su cintura con fuerza casi brutal.
—Te he esperado demasiado —susurró contra su boca—. Y ya no voy a esperar más.
Elizabeth sintió el miedo y la excitación enredarse en su estómago. Nunca había estado con nadie, nu