70. ¡SORPRESA, SORPRESA!
ANA.
Siempre en la vida, algunas sorpresas son más gratas que otras, personalmente no me gustan porque si algo sale mal o no es de mi agrado, no se como voy a reaccionar.
No era muy tarde, el día en que llegó Katerina, pero estaba anocheciendo, se me hizo extraño y me asuste, porque absolutamente nadie había vendio hasta el momento, con la excepción del chico de seguridad que cada 3 horas venía y hacía un barrido del lugar, era joven pero amable. Además cada vez que venía traía consigo el mejor pan de chocolate para mi.
Cuando la puerta se abrió y me dejo ver a Katerina junto con la pequeña Isabella en sus brazos, me lancé como loca y la abracé.
—¿Qué haces aquí? Sucedió algo verdad —termino de secar las lágrimas de alegría que rodaron por mis mejillas.
—No, para nada —Katerina arrugó la nariz y torció un poco su boca—. Bueno en realidad si, pero no se como explicarte.
—Martín, ¿está bien?
—Si, en realidad todos lo estamos y conocimos a Raúl —Katerina observa el lugar y sonríe, ac