Alice, con lágrimas en los ojos, suplicó a Samuel que no siguiera adelante con su decisión.
—Por favor, Samuel, no lo hagas. No queremos perderte. —Imploró Alice con lágrimas en los ojos y su voz llena de angustia.
Pero Samuel, decidido y dolido, se mantuvo firme en su postura.
—Lo siento, mamá, pero esto es algo que debo hacer. Necesito liberarme de todo esto. Y me cansé. —Respondió Samuel, con voz fría.
La situación fue tan intensa que Alice, abrumada por la ansiedad, se desmayó. Dalton, sorprendido y preocupado, se apresuró a socorrerla mientras Gabriel y Lara observaban con preocupación.
Samuel, con los ojos llenos de dolor, miró a su padre.
—Cuando muera, no te atrevas a asistir a mi funeral. —Sentenció Samuel, su voz estaba llena de amargura.
Luego, sin esperar respuesta, se dio la vuelta y salió de la mansión, seguido por Gabriel y Lara. Dalton, aun sosteniendo a Alice, sintió el peso de sus acciones y palabras. La familia Monroe estaba en una encrucijada, enfrentando uno de l