“Quizás tengas que conocer la oscuridad antes de poder apreciar la luz”.

Madeline L’Engle

Arepas, es lo que traía consigo el grandulón. Resulta que Emisellys, las preparó y están deliciosas. Kat, esta como el guasón, con una sonrisa que ni un día con diarrea se la quitaría,

No me gusta que me molesten con algún tipo, en el pasado fui muy promiscua y no tomaba en serio ninguna relación, es más, no recuerdo haber estado en alguna relación, sin embargo, el que hagan referencia a eso me desagrada sobremanera.

Después de limpiar mi herida y despedir a Dante, Kat se sienta a mi lado en el sillón de la sala de estar y al parecer con gusanos en el culo de tanto moverse.

—¡¡Ya, dilo de una buena vez!! —me dirijo a ella frustrada.

—Hermanita estas en buenas manos…y ¡que manos…! —muerde su labio inferior y lo chupa con morbo.

Ruego los ojos asqueada.

—No exageres, por favor.

—No exagero, nunca te había visto sonrojarte en mi vida.

¡Maldita sea mi vida!

—Y ¿eso qué…?

—Te gusta, te simpatiza, te at