Estaba seguro de que iba a tener que salir a buscarla cuando ella asomó la cabeza y le demostró que había estado en lo cierto al sentirla inquieta.
—Pasa, por favor—se giró para mirar a su secretario—.Gabriel, eso será todo por hoy.
—Por supuesto, mi lord ; mi lady —hizo una breve reverencia y abandonó la estancia, cerrando la puerta tras de sí.
—¿Qué está sucediendo? ¿Por qué ibas hablando sola?
Rosalía se encogió de hombros. Queriendo esconder sus sentimientos.
—Lo cierto es que no lo sé. Todo esta saliendo mal, Luicis.
—Debe haber un motivo por el que estás tan aturdida.
La joven meditó unos segundos si sería acertado contarle a su hermano lo sucedido. Finalmente decidió que, tal vez, Lucius le podría ofrecer una visión distinta sobre los hechos que