15.
GABRIELA
Federica me levanta a la mañana siguiente y yo solo quiero ignorar el mundo hoy. No quiero ir sabiendo que Mauricio estará allí.
―Vamos, tienes que ir. ¡Tienes examen! ―gruñe, tirando de mi pie para arrastrarme por la cama.
― ¡Tuve suficiente de Mauricio en la semana! No quiero iniciar otra viéndole el rostro ―me quejo y grito cuando me voy de culo contra el piso―. ¡Federica!
―Si no te paras, te voy a echar agua fría. ¡Vamos pues! ―me ordena, dando dos aplausos al aire.
Yo ruedo los ojos y me levanto, dándome un buen baño. Que Mauricio me haya dejado entrar a la pequeña competencia de mi escuela no prueba nada. Es un cabrón y los cabrones no cambian al menos que quieran algo a cambio.
Además, ¿cómo voy a verle a la cara luego del beso que nos dimos? Bueno, que él me robó y yo acepté con todo el gusto del mundo. ¡Dios mío, es que he perdido la cabeza! Definitivamente, se me tuvo que zafar un tornillo o se me quemó una neurona, que sé yo.
De paso, viene y me invita al rancho a