Capítulo 2
Ellos esperaban mi locura, que gritara, que perdiera el control. Pero no.

Yo solo me quedé de pie, en silencio, como una planta sin emociones.

Durante estos tres años, todos creyeron que yo amaba a Beck como si fuera mi destino, como si ese amor fuera eterno, hasta la muerte.

Y sí… al principio lo amé, lo amé de verdad, guiada por ese lazo predestinado. Pero ahora, ya no siento nada.

Lo único que me mantenía a su lado era mi manada, el lugar que me vio nacer.

Desde pequeña, bajo la guía de mis padres, practiqué las técnicas de caza. Muchos decían que yo era un prodigio. Ellos querían que pudiera protegerme a mí misma y también a las personas que amaba.

Por eso, cuando supe que Beck sería mi compañero destinado, me emocioné hasta las lágrimas.

Le entregué todo: mi tiempo, mi esfuerzo, mi amor.

Lo defendí y lo apoyé en cada momento difícil, y también supe quedarme en calma para aprender esos conocimientos tediosos de la manada que nunca fueron mi fuerte.

Hubo muchas veces en que quise rendirme, pero cada vez que pensaba en la felicidad de los miembros de la manada, recobraba las fuerzas.

Y, tal como esperaba, la manada prosperó.

Sin embargo, a medida que la manada se volvía más fuerte y estable, mis encuentros con Beck eran cada vez menos.

Al principio pensé que solo estaba demasiado ocupado con el trabajo, que simplemente no tenía tiempo. Hasta aquella vez que volvió a casa con prisas… y yo sentí en su piel el olor de Wendy.

Lo sabía: lo nuestro era un contrato. Y aun así, en ese momento mi corazón se desgarró.

Esa noche me repetía una y otra vez:

¿Por qué no soy yo la que está a su lado?

¿Por qué, si soy su compañera destinada, no puede enamorarse de mí?

Me rebelé, lloré, hice escenas…

No entendía por qué, después de tanto esfuerzo, él jamás quiso mirarme de verdad.

Hoy lo entiendo: el esfuerzo no garantiza el amor.

Mi reacción fue muy distinta a lo que Beck esperaba.Él estaba seguro de que yo haría un escándalo, como antes.

Por eso se acercó incrédulo y me preguntó:

—¿Qué acabas de decir?

Lo miré a los ojos y repetí con calma:

—Dije que me equivoqué.

—Me equivoqué al pensar que con mi esfuerzo podría tenerte siempre a mi lado.

—Me equivoqué al creer que algún día verías mi entrega y me reconocerías.

Beck frunció el ceño, molesto:

—¿Y ahora de qué demonios hablas?

Abrí la boca, estuve a punto de decirle que nuestro contrato terminaría en tres días…

pero me detuve.

¿Para qué?

De todos modos, en tres días se romperá solo el vínculo de alma.

De todos modos, él nunca me ha importado realmente.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP