Ellos esperaban mi locura, que gritara, que perdiera el control. Pero no. Yo solo me quedé de pie, en silencio, como una planta sin emociones.Durante estos tres años, todos creyeron que yo amaba a Beck como si fuera mi destino, como si ese amor fuera eterno, hasta la muerte.Y sí… al principio lo amé, lo amé de verdad, guiada por ese lazo predestinado. Pero ahora, ya no siento nada.Lo único que me mantenía a su lado era mi manada, el lugar que me vio nacer.Desde pequeña, bajo la guía de mis padres, practiqué las técnicas de caza. Muchos decían que yo era un prodigio. Ellos querían que pudiera protegerme a mí misma y también a las personas que amaba.Por eso, cuando supe que Beck sería mi compañero destinado, me emocioné hasta las lágrimas.Le entregué todo: mi tiempo, mi esfuerzo, mi amor.Lo defendí y lo apoyé en cada momento difícil, y también supe quedarme en calma para aprender esos conocimientos tediosos de la manada que nunca fueron mi fuerte.Hubo muchas veces en que quise r
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