Nathan
Estuve trabajando todo el día, llegué a casa, me duché y me dormí temprano. Estaba agotado y necesitaba un buen descanso.
La alarma se activó a las seis de la mañana, como todos los días. Le di un manotazo al reloj y me levanté de la cama con los ojos entrecerrados. Me metí al baño y me duché. Elegí ropa deportiva y salí a trotar alrededor de la manzana durante una hora. Cuando regresé, vi un auto estacionado frente a mi casa. Era Stella. Me saludó agitando la mano mientras decía mi nombre.
La miré ceñudo y negué con la cabeza.
—¿A qué has venido? —pregunté molesto. No esperaba que llevara las cosas tan lejos, pensé que había sido claro con ella.
—No seas tonto, sabes a qué he venido y lo que puedes tener conmigo —respondió sonriendo. Caminó hacia mí con un andar sensual. Estaba usando un vestido muy ajustado color blanco, de falda corta, y con un profundo escote en forma de V en el busto que enseñaba demasiado. Combinó el vestuario con tacones altos color rojo que hacían