LA MEJILLA ME ARDE. El maldito hijo de puta me ha girado la cara de un bofetón, pero lejos de asustarme, lo miro con rabia y le escupo en la cara.
Se limpia con la manga de su camisa y se pone de pie.
Su mirada me dice que voy a pagar por eso, y por un momento me arrepiento de lo que he hecho.
—No importa —dice y se limpia la cara con un pañuelo de papel, luego se gira hacia mí y sonríe.
¿De que se ríe?
—Me gusta tu carácter, eres una luchadora. Pero yo soy más testarudo que tú, cariño, y haré que vuelvas a enamorarte de mí.
—¿Que vas a hacer?
—Lo primero, conseguir algo de dinero. Esa zorra de Andrea se ha quedado con todo —escupe—. Había olvidado que su familia es jodidamente rica, y me han dejado sin nada.
—Freddy, no tienes por qué hacer esto.
—Tranquila, cariño, todo saldrá bien.
Se agacha a