Capítulo 33
—¡Ya estoy bien!

Nieves se impacientó un poco. Solo era una simple fractura, ¿por qué tanto descanso?

Pero Julio ignoró completamente sus palabras, la levantó en brazos y la depositó con cuidado en la cama.

—Descansa y recupérate.

Aunque firme, no dejaba de ser tierno, igual que hace años, aunque de alguna manera diferente.

Por alguna razón, a pesar de haber estado separados varios años, no había ni un ápice de distanciamiento entre ellos. Esa complicidad era una sintonía inexplicable.

—Descansa, iré a buscarte algo de comer —dijo Julio sonriendo antes de dirigirse hacia la puerta.

Mientras lo veía alejarse, una sensación de calidez comenzó a extenderse poco a poco en el corazón de Nieves.

En ese momento, Silvio entró por la puerta.

Se plantó frente a Nieves con un desprecio imposible de disimular.

—Nieves, nunca he visto a una mujer tan rastrera como tú. ¿Tanta falta te hacen los hombres?

—Te diré la verdad: mi cuñado ya sabía que esa mocosa que pariste estaba enferma. Pensaba que era
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