Capítulo 35
Julio nunca imaginó que una simple estancia de formación en el extranjero le haría perderse tanto.

Cuando estaba fuera y se enteró de que ella se había casado y tenido un hijo, pasó un tiempo sumido en la bebida y la desesperación. Pensaba que todo había sido un enamoramiento unilateral por su parte, pero ahora, escuchándola, parecía haber algo más.

—Olvídalo, estás muy cansada. Vuelve a casa y descansa unos días. Cuando te hayas recuperado, ven a verme y te llevaré personalmente a la empresa para que te incorpores.

Julio le acarició suavemente la cabeza con voz tierna.

Al ver a Julio así, Nieves sintió como si una pequeña llama se encendiera en su corazón, una llama de esperanza.

Pero rápidamente esa llama se apagó. Sabía que no tenía derecho a dejarse llevar, así que simplemente sonrió a Julio antes de darse la vuelta y entrar en su viejo y pequeño apartamento.

Sentada en el sofá, Nieves sonrió con ternura. Ella pertenecía a este mundo, no al de Francisco, y mucho menos al de Julio.

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