Capítulo 36
Mónica tenía el rostro deformado por la rabia mientras agarraba la muñeca de Nieves, acercándose amenazadoramente.

—¿Qué derecho tienes tú de compararte conmigo? ¡No eres nada!

—Francisco y yo somos almas gemelas. Tú no eres más que una aprovechada que se metió en su cama, ¡y tu hija era igual de despreciable!

La paciencia tiene límites.

Nieves, con todas sus fuerzas, le propinó una fuerte bofetada a Mónica.

Inmediatamente después la agarró del pelo y golpeó su cabeza contra la fotografía de Sonia.

—¡Ah! ¡Nieves, te atreves a pegarme!

—¡Suéltame!

Mónica chillaba sin parar, luchando por liberarse.

Pero nunca entendería de lo que es capaz una madre cuando la provocan hasta el límite.

Nieves le tiraba del pelo con fuerza, le dio una patada en la rodilla y con la otra mano le sujetó firmemente la nuca, presionándola hacia abajo.

Podía decir lo que quisiera, ¡pero no sobre Sonia!

—¡Estás loca! ¡Demente!

Mónica, obligada a golpear su cabeza tres veces contra el suelo, finalmente logró libera
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