Capítulo 34
Julio estaba en la puerta, mirando el estado descompuesto y agitado de Nieves, con los puños apretados y una expresión sombría y aterradora.

En aquel entonces había cometido un simple error de juicio, pero nunca imaginó que apenas se alejara, la persona que amaba sufriría semejante humillación.

Si hubiera sabido lo que ocurriría después, jamás se habría marchado; seguramente habría podido forjar su camino quedándose en el país.

Lamentablemente, en este mundo no existen las segundas oportunidades.

Pensando en esto, la expresión de Julio cambió nuevamente. Él mismo llamó a la funeraria para coordinar todo, organizando meticulosamente el último viaje de la niña.

Después de salir del hospital, Nieves fue directamente a la funeraria. Quería organizar el funeral de su hija, pero se quedó atónita al ver una habitación llena de juguetes.

Miró a Julio con incredulidad: —¿Y esto?

—Sé que a Sonia le gustaba el color rosa, así que preparé todo esto.

—Con estas cosas acompañándola, Sonia no tendrá
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