Capítulo 37
—No lo hice por mí, sino por ti —susurró Mónica, abrazándolo por el cuello—. ¿Y si ella se negaba a ir contigo a firmar el divorcio? ¿Qué hubieras hecho?

—Francisco, nos ha costado tanto llegar hasta aquí, no soporto verte en apuros —continuó Mónica, volviendo a llorar—. Sé que lo que hago no es del todo correcto, pero no puedo evitarlo. No quiero dejarte, no soportaría alejarme de ti.

Mientras lloraba, Mónica comenzó a convulsionar, su cuerpo se puso rígido y tembloroso.

Era una manifestación física de su depresión. Francisco se alarmó y apresuró el paso, llegando al hospital lo más rápido posible.

Inmediatamente llamó a los mejores especialistas para que atendieran a Mónica.

—Señor De la Cruz, la señorita Estrada ha estado emocionalmente muy inestable últimamente. Me temo que su depresión está recayendo —dijo el médico con preocupación—. Ya muestra síntomas físicos. Si esto continúa, podría volver a su estado anterior. Le ruego que encuentre alguna manera de estabilizarla.

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