Mi mano se mantenía con firmeza sobre su pecho, creando cierta distancia entre nuestros cuerpos, mi respiración agitada comenzaba a recuperar su ritmo regular, mientras que yo, no me atrevía a ver la expresión de Lucas.
— ¿Qué…? ¿No puedes…? ¿Estar conmigo? — Preguntó él, pausadamente. — ¿Lo dices por aquella vez que te ofendí en el hotel? Porque esa no fue mi intención, y…
— ¡No! No, Lucas… — Levanté mi rostro, instantáneamente. — No se trata de eso… Yo… — Mi mano sobre su pecho temblaba y él pudo sentirlo.
— ¿Estás segura de que esto es lo que quieres, Eva? — Murmuró ejerciendo una pequeña presión. — ¿Eva? — Repitió, notando que yo me había quedado algo tensa, me estremecí ante su insistente acercamiento.
Como si se tratara de un juego y como si mis palabras no hubiera sido suficiente, Lucas bajó sus manos hasta mi trasero y lo elevó por encima de mi escritorio para sentarme sobre el tope, mientras que él se metía en medio de mis piernas.
Su movimiento fue tan rápido y experto