Sofía regresó al hotel presa del pánico. Después de estar en su habitación por mucho tiempo, finalmente no pudo resistir más y fue a buscar a Silvia.
Las dos se habían visto muchas veces, pero esta era la primera vez que se encontraban en una situación tan incómoda.
Se quedó en silencio sin saber qué decir. Fue Silvia quien rompió la tensión primero.
—¿Qué quieres decir?
—¿Le dijiste al responsable...?
—No, no dije que fuiste tú. Lo van a descubrir —dijo Silvia con frialdad y distancia.
Sofía sonrió amargamente.
—Gracias, fue mi error momentáneo.
—Sofía, ya no somos amigas. Si viniste para que te perdone, entonces mejor regresa —dijo Silvia fríamente, queriendo cerrar la puerta.
No haberle dicho al responsable que fue Sofía quien lo hizo ya era lo último que haría por esa amistad, pero a partir de ahora también serían extrañas.
—Silvia, ¿puedes venir conmigo a un lugar? Te lo ruego —suplicó Sofía.
Silvia la miró con perplejidad.
—¿Qué lugar?
Sofía sonrió amargamente.
—En realidad, fue