—Por supuesto, tu abuelo te extraña más —Jorge miró hacia el profesor Cisneros.
Milena miró a los dos ancianos y sonrió:
—Ya no me voy. Ya me alejé por tanto tiempo, también extraño mucho a todos. ¿Daniel me extrañó?
Daniel asintió distraídamente. En su mente pensaba en las llamadas que no había contestado hace rato.
Milena se puso muy contenta:
—Jorge, ahora que regresé voy a ir a visitarlo seguido. Espero que no le parezca que lo molesto mucho.
—¡Para nada! —rió Jorge.
En la entrada de la Universidad Santa Mónica, el rostro de Marcos estaba sombrío como el agua. Ya había pasado media hora desde que terminaron las clases, y había llamado a Silvia muchas veces sin que contestara.
Esta niña seguramente quería torturarlo otra vez.
Pero después de esperar un poco más gradualmente se dio cuenta de que algo andaba mal. Su niña, aunque realmente quisiera torturarlo, no usaría este método.
Inmediatamente fue a preguntar al guardia. El guardia llamó a la oficina de consultas y descubrió que na