Fue al baño y se echó agua fría en la cara para recuperar un poco la cordura. Sin importar lo que su subconsciente le dijera, no podía olvidar la imagen de Daniel y Milena conversando y riendo juntos. Celos puros.
¿Por qué siempre eran así? Carlos había sido igual, Daniel también.
Al salir del baño, se recargó en la pared junto a la puerta del salón de subastas, sin ganas de entrar.
Con solo sentarse, podría ver a Milena y a él en actitud cariñosa.
—¿Por qué no entras? —Carlos apareció de repente.
Silvia jamás se imaginó encontrárselo ahí, sonrió amargamente:
—A tomar aire.
—¿Qué pasó con Daniel? —Carlos no pudo contenerse.
Silvia negó con la cabeza:
—Es lo que ves.
Si hasta Carlos se daba cuenta de que algo andaba mal, qué decir de Fátima y Leticia.
—¿Tuvieron una pelea? —Carlos volvió a preguntar.
Silvia lo miró sin entender y dijo:
—Señor Ferrero, eso no es asunto suyo, ¿verdad? Su esposa debe estar adentro también, no estaría bien que nos viera. No quiero que otra vez anden inventa