Aquella tarde, Katherine Holmes se frotaba las manos con ansiedad. Mirando constantemente al reloj, la hermosa rubia sentía que el segundero avanzaba más lento de lo normal. En el suelo y junto a la puerta de entrada de su lujoso departamento, se hallaban un par de mochilas infantiles en las que ya había guardado dos cambios de ropa y un par de pijamas para cada uno de sus amados hijos.Sería la primera noche que Gabriel y Emma dormirían lejos de ella, y aquella tarde sus hijos y ella estaban verdaderamente ansiosos esperando la llegada de Henry Bennett. Los pequeños, por una emoción cálida y sin igual, Katherine, por el miedo y el sentimiento de culpa que estaba experimentando.—Papito dijo que veríamos una película que era su favorita cuando era chiquito, dice que se trata de un vagabundo que se enamora de una princesa, y vamos a comer pizza, ¡Sera muy genial! — decía Gabriel a su madre, quien tan solo le sonreía a cambio.Emma daba pequeños brinquitos llenos de emoción, mientras qu
Los pies de Katherine se movían sin que su mente consciente pudiese detenerlos, su ropa estaba desalineada, pues había salido de su departamento apenas se levantó de la cama y se colocó aquellos tenis deportivos que no combinaban para nada con la hermosa falda lápiz que estaba utilizando. Su maquillaje estaba ligeramente corrido debido a las lágrimas, y su saco de vestir se lo iba quitando en el camino hacia aquel departamento en el que, quizás, la estaban esperando.¿Qué era lo que estaba haciendo?Se cuestionó a sí misma Katherine mientras corría hacia donde sus hijos gemelos se encontraban. Aquello, era inapropiado; una falta de respeto a ella misma, y hacia todo aquel odio que había mantenido durante años en contra de aquel hombre que la traicionó.Subiendo al elevador al final del corredor, Katherine observó su silueta en aquel espejo que se hallaba dentro, y cubriéndose su hermoso rostro con ambas manos, sollozó nuevamente.Todo aquello que le había ocurrido, todos aquellos sueñ
Emily miraba atentamente a ese hombre; Mathew Lewis, su viejo compañero de la universidad, mientras bebía como si fuese un vulgar camionero. Lewis en realidad era hijo de una familia prominente, aunque extranjera, pero siempre se había comportado como un animal salvaje, de cierto modo le parecía sorprendente que alguien así conociera a Katherine Holmes…aunque, tal vez sí que tenía sentido, después de todo, aquella mujer era una miserable.—Katherine es una mujer hermosa, no creo que exista un solo hombre que no lo note a simple vista, pero tiene un carácter del demonio…y sus hijos, wow, los cuida como si fuesen de oro, casi nadie sabe de la existencia de esos niños, yo solo lo vi una sola vez mientras aún estaban en Londres. — decía el hombre ya entrado en el calor de la bebida.—¿En serio?, y dime, ¿Qué más me puedes decir sobre ellos?, ¿Son dos niños? — cuestionó Emily pidiendo otra bebida para su excompañero, y acercándola al mismo. Lewis negó entre risas, ya estaba ebrio y habland
Aquella mañana, Katherine había decidido dejar de lado el trabajo, y se preparaba para salir rumbo al hospital en donde la nana María aún se encontraba hospitalizada. Gabriel y Emma se encontraban durmiendo en la recamara de Henry, después de haber pasado la noche en vela mirando películas infantiles; era sábado, no había escuela, así que lo había permitido.Sin embargo, ella no había pegado pestaña durante toda la noche, pues aquel nerviosismo de estar en el hogar de su exesposo actuando como si fueran una familia feliz, había sido una experiencia avasalladora, y no entendía muy bien cómo se sentía al respecto. Tomando sus zapatos del suelo, se levantó del sillón en donde había pasado la noche después de negarse a dormir en la habitación de su exesposo, y la sensación de aquel beso que ella le había dado a Henry, aun la mantenía intacta sobre sus labios.¿Qué era lo que había hecho y porque lo hizo?Se cuestionó así misma sin entenderse, pues aquello que había hecho distaba mucho de
En el hospital de la Luz, Katherine cortaba una manzana para María, sumergida en sus muchos pensamientos sobre Henry y sobre lo ocurrido la noche anterior; aun sentía el corazón latiéndole en la garganta debido a la emoción que seguía sin descifrar si era buena o mala, que aquel beso que ella le había dado había dejado dentro de sí.María observaba a su amable jefa completamente perdida en sus pensamientos, y estaba segura de que todos ellos, se enfocaban en el amable caballero que la había ayudado, y que había resultado ser nada más y nada menos que el padre biológico de los preciosos gemelos que durante años había cuidado con esmero. Sonriendo, María dio una mirada cargada de ternura a Katherine Holmes, sabiendo bien que la joven madre se estaba debatiendo entre sus pensamientos y sus sentimientos.—Es un joven muy apuesto y amable, ahora veo de donde sacaron Gabriel y Emma esos ojos tan lindos y llenos de luz. — dijo María sacando a Katherine de sus pensamientos.—¿Nana? — cuestion
“Se que aún lo amas.”Aquella tarde, el sol que se ocultaba dibujaba el crepúsculo de tonos rojizos y rosados, contrastando con el gris solemne y triste de la ciudad. John Bennett, observaba como las nubes parecían algodones de azúcar, mientras él se sentía completamente miserable y solitario. Se había enamorado de Katherine Holmes, la exesposa de su hermano, y aun sabiendo que aquello estaba prohibido, en algún momento no lo había visto como un imposible…en algún momento, creyó posible que Katherine correspondiera sus sentimientos.Pero aquello, no sería tan solo así.Sirviéndose un vaso de Whisky, el apuesto hombre deseo ahogar sus penas con el alcohol, deseando olvidar el hermoso rostro de aquella mujer tan solo durante un instante; el dolor de saber que ella jamás podría dejar a su hermano, lo había herido en lo más profundo del alma…pero la realidad era, que Katherine tampoco tenía culpa de sus sentimientos; ella era una mujer bella, hermosa y poderosa, y no podría reprocharle nu
—¿Señor Bennett?, ¡Ayuda por favor! — gritó Lorena completamente asustada al mirar a John inconsciente.Sin recibir respuesta, la joven aprendiz de detective arrastro como pudo a John hacia dentro de su departamento, notando que el hombre tenía una fiebre demasiado alta; había estado bebiendo, estando completamente enfermo.Aquella noche, la luna brillaba en lo más alto, y Katherine había accedido ante el capricho de sus hijos para pasar la noche en el departamento de Henry. La noche siguiente seria la gala de beneficencia y al menos por ese momento no quería pensar en nada más.El manto nocturno había caído ya enteramente sobre la ciudad. La luna llena, completamente brillante y tan parecida a la plata, se asomaba ocasionalmente entre las pocas nubes que lograban cubrirla. El brillo de las estrellas decoraba el cielo nocturno, dejando ver la belleza del universo que lograba apreciarse desde la tierra firme. Katherine, sin embargo, no lograba admirar nada de ello, pues toda su atenció
Las películas infantiles se habían terminado, y el pequeño Gabriel, así como Emma, yacían durmiendo en la enorme cama que pertenecía a su padre mientras este lo arropaba y Henry notaba aquella hermosa sonrisa infantil que se les dibujaba en los labios. Se preguntaba qué tipo de sueños estaban teniendo, y si eran tan maravilloso que le permitía sonreír entre sueños.Katherine se había salido a caminar por los jardines del ultimó piso en donde también se hallaban las piscinas, quizás, para tomar algo de aire fresco, después de todo, nunca seria cómodo el estar a su lado después de todo lo que entre ellos había ocurrido…y después de aquel beso apasionado que él le había dado.Sintiéndose inseguro, Henry decidió salir junto a ella esperando que esta no se hubiese arrepentido de aquel íntimo y breve momento que compartieron juntos en la cocina. El, conservaría aquel recuerdo como uno de los más valiosos de su vida, y las esperanzas de recuperar a la mujer que realmente amaba, brotaron en e