Serie Gentleman #2 Dos almas gemelas destinadas a encontrarse en lugar y tiempo equivocado serán consumidas por el deseo y el peligro. Una vez que el miembro más temido de la mafia italiana; Apolo Cavalli vuelve a Daimōn City para hacer efectivo cargo de los negocios de su tío, lo impensado ocurre, alguien se atreve a atacar a Dómenico Cavalli. Apolo es imparable y no se detendrá hasta vengar el ataque contra su tío, sin embargo algo cambia las reglas del juego, cuando la mano derecha de su tío le encarga el cuidado de la inocente Brianna, con el cabello azabache y los ojos de un profundo azul. Puede ser lo más peligroso y hermoso a lo que él se ha enfrentado. Las chispas vuelan intensamente entre los dos y Apolo se siente tentado a corromper su inocencia y mezclar por primera vez los negocios con el placer mientras está en la ciudad. Pero se corre la voz de que la joven es su debilidad y el antiguo enemigo de su tío decide que Brianna es la clave para terminar esa guerra definitivamente.
Leer másApolo
Cinco años antes…
Noté un nudo en la garganta.
Todo era absolutamente perfecto, nada estaba fuera de lugar.No había ni una nube en el cielo, y los diez arcos estaban cubiertos por completo por rosas blancas, presentando una imagen elegantísima sobre el césped. Los largos vestidos de las damas de honor, las bandejas con champán, las brillantes lámparas de araña más allá… En el momento en que el señor Abruzzo y Geraldine salieron por el pasillo, sentí que me temblaban las manos. La señorita Ferrara buscó un pañuelo de papel en el bolsillo y se secó los ojos con él.—Usted no puede llorar, Señor Cavalli … Respire hondo varias veces y todo irá bien… —dijo la coordinadora de bodas acercándose un poco. Esperó a que siguiera sus instrucciones—. Casi es la hora… —Por favor, recibamos a la novia… —dijo una voz profunda, y se oyó el crujido de las sillas.Cuando comenzaron a sonar las primeras notas de los violines, el corazón casi me explotó.Di un paso adelante y me quedé paralizado.«Respira, Apolo… Respira…».Estaba temblando, me sentía demasiado nervioso. Cuando la canción llegó a la mitad, todavía la novia no había dado un paso más.—¿Señorita Romano? ¿Por qué la novia no avanza? —La coordinadora abrió mucho los ojos—.¿Señorita Romano?—No puedo respirar… —murmure muy despacio. Le vi decir unas palabras en el micro que llevaba oculto en la manga, y la música se desvaneció de repente. Mi tío me puso las manos en los hombros y me miró a los ojos.—Tranquilo, Apolo. Todo va a estar bien, este va a ser el día más feliz de su vida.—Eso ya lo sé… — Te vas a casar con la mujer de tus sueños… La hija del hombre que defendiste cuando apenas eras un niño. Es tu destino. Y el destino no es otra cosa que el anhelo oculto del alma. Solté una sonrisa nervioso.—Puede hacerlo…díselo —La coordinadora bajó la voz— Y será mejor que empiece a andar, porque él me ha dicho que va a ir hasta allí a buscarla si tarda más de tres minutos en verla al final del pasillo.No pude reprimir la risa. Era verdad, sabía que estaba muy nerviosa, pero eso no iba a impedir que ese día se convirtiera en mi esposa. —Preparadas…Es momento—dijo de nuevo a su manga.Los violines comenzó a sonar una vez más, y la mujer que estaba detrás de ella le dio un leve empujón.
Tragué saliva al tiempo que Geraldine daba varios pasos inestables hacia delante, traté de concentrarme en la melodía de los violines. Cuando comencé a oír los coros, ya estaba cerca del último arco de flores, y pude ver a los invitados de pie. Mi corazón bombeaba con desesperación. Respiré profundamente una última vez y ella recorrió los últimos pasos hasta el principio del pasillo, donde cientos de pétalos de color blanco y rojo tapizaban el piso. Mientras avanzaba la mujer más hermosa que había visto nunca, percibí diferentes murmullos de la multitud:«Un ángel…», «Preciosa…», y clavé la vista en ella, en la mujer que amaba desde que tenía apenas quince años. Luego me puse a contar los pasos que le faltaban para llegar a mí, uno, dos, tres, cuatro, pero cuando mis ojos se encontraron con los de Geraldine , no me importó nada más. Nada era relevante.Después de mirarme a los ojos, bajó la vista y recorrió el pasillo con la mirada vidriosa. Hubiera jurado que le leí en los labios «No puedo hacerlo…». Sin embargo me sonrió y de inmediato culpé a mi imaginación, simplemente una mala jugada, producto de los nervios. Entonces, bajé un escalón de la glorieta como para salir a su encuentro en el pasillo, pero mi tío me sujetó por el hombro para detenerme.Sonriendo, la vi dar los últimos pasos hasta el altar. En cuanto la tuve a mi alcance, la tomé de las manos y la ayudé a subir a la glorieta.Durante los siguientes segundos, desapareció todo lo que se encontraba a nuestro alrededor y me sentí como si fuéramos solo ella y yo. Quería susurrarle «Te amo o eres la mujer de mi vida», pero me di cuenta de que eso no expresaría todo lo que sentía, así que la miré a los ojos, dejando que el silencio hablara por mí.—Pueden sentarse. —La voz del sacerdote nos sacó del hechizo. El párroco de la iglesia de la cosca de los Abruzzo esperó un par de minutos antes de volver a hablar—. Queridos hermanos…Le pasé un brazo alrededor de la cintura para acercarme a ella y besarla hasta dejarla sin sentido. Ella me devolvió el beso tímidamente y sonreí contra sus labios.
El sacerdote se aclaró la garganta y me dio un toque en el hombro.—¿Señor Cavalli …? —Los invitados se rieron—. Todavía no hemos llegado a esa parte… —Me importa poco —susurré contra su boca, pero ella no sonrió, se alejó poco a poco, y me tomó las manos con dedos temblorosos. —Vamos a intentarlo nuevamente… —bromeó el cura—. Queridos hermanos, estamos aquí reunidos para ser testigos de… Yo no escuchaba ni una sola palabra de lo que estaba diciendo. Lo cierto era que estaba demasiado perdido en los increíbles ojos verdes de Geraldine, que parecía reprimirse con todas sus fuerzas y evitaba voltearse a mirarme. De repente, Adrián me dio un leve golpe en la espalda y lo miré por encima del hombro.—El anillo… —Me lo entregó y me di la vuelta.El pastor nos dio instrucciones para que intercambiáramos los anillos y luego me pidió que repitiera sus palabras.—Yo, Apolo Cavalli —dije sin dejar de mirarla—, te tomó a ti, Geraldine Abruzzo, como esposa para amarte y respetarte desde hoy en adelante… —… en lo bueno y en lo malo —siguió el sacerdote , en la riqueza y en la pobreza… —… en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en los lujos…—dije tratando de hacerla reír, sin embargo ella continuaba con la mirada fija en el anillo. El cura puso los ojos en blanco y yo le devolví una sonrisa. —… para amarte y cuidarte…—...para amarte y cuidarte...
Se secó la frente
—Apolo Cavalli, ¿quieres a Geraldine Abruzzo como tu legítima esposa?
—Sí, quiero.Los hermanos de Geraldine aplaudieron.
Cuando fue mi turno de escucharla repetir las palabras, vi que unas cuantas lágrimas resbalaban por sus mejilla. Me incliné hacia delante y me las sequé, mirándola fijamente mientras ella repetía los votos.—Geraldine Abruzzo, ¿quieres a Apolo Cavalli como tu legítimo esposo?Miré a Geraldine directamente, y me di cuenta de que parecía nerviosa, y de pronto como si hubiese tenido una gran revelación, la idea de que diría: no, apareció frente a mí. Geraldine, me miró con los ojos llorosos. —Geraldine Abruzzo, ¿quieres a Apolo Cavalli como tu legítimo esposo? —Repitió el sacerdote como si fuese posible que no hubiese escuchado. Sin embargo, ella se limitó a mirar nuevamente el anillo.Ella no respondió y la tomé de las manos con ternura, tiré de ella suavemente para obligarla a mirarme.
—No. No puedo. Lo siento Apolo —.Dijo con voz temblorosa y tomó la falda de su vestido para darse la vuelta y correr sobre sus pasos por el pasillo.Entonces me quedé allí paralizado, mientras el mundo a mi alrededor se convertía en un completo caos.
Mi tío sacó un arma de debajo de la chaqueta de su smockin, pero yo coloqué la mía sobre la de él para detenerlo.
No quería ver sangre de los Abruzzo, nada en el mundo me haría sentir mejor. Nada podría devolverme los latidos, porque cuando ella dijo: no, lo que aún queda puro de mi alma fue destruido para siempre.
ApoloLa sostuve entre mis brazos mientras el coche se movía a través de la carretera. Estaba acurrucada contra mi pecho, así se había quedado dormido, abrazada a mí porque decía que temía despertar y ya no encontrarme a su lado. No importaba cuanto se lo había prometido que eso no ocurriría, se negaba de redondo a soltarme. Finalmente decidí complacerla, luego de todo lo ocurrido, no podía hacer otra cosa que cumplir cada uno de sus caprichos.Claro que no podía negarlo, eso me hacía sentir dichoso como nunca antes había estado. Su forma de amarme sin condiciones, tan pura, tan entregada. Ni siquiera estaba seguro de merecer un cuarto de lo que ella era para mí.El auto se detuvo perezosamente en el camino echándose hacia un lado. Brianna se dio la vuelta molesta cuando la luz del sol le dio de lleno en el rostro y me esforcé para sostenerla con delicadeza, sin invadir su espacio, aunque en el fondo solo desease arrancarle la ropa y enterrarme profundamente en ella. Antes de bajar
ApoloEl muelle parecía una extensión oscura y tétrica de las calles por donde habíamos llegado hasta allí. Uno de los matones me mantuvo sujeto de uno de mis brazos, mientras clavaba una pistola en el costado izquierdo. A medida que nos acercábamos, comencé a temblar, aunque no por el frio típico de las últimas horas de las noches de invierno, si no ante la expectativa de lo que estaba a punto de ocurrir. Todo podía salir a pedir de boca o todo podía salir jodidamente mal.Realmente deseaba que cualquier fuerza superior estuviese de nuestro lado.Contuve el aliento mientras me guiaban a través del piso de madera que llevaba a la bodega donde creían que guardaba los últimos cargamentos de armas que habíamos confiscado en los muelles, para controlar las guerras cada vez más frecuentes entre pandillas y los mapas de rutas que manejábamos. Tenían la idea de que aunque se fuesen a hacer con todo más tarde que temprano, no estaba mal llevarse un adelanto. Incluso observé como los colmillos
BriannaLa noche estaba demasiado silenciosa y nos rodeaba allí donde estábamos una espesa bruma. Que apenas si dejaba ver la ciudad a nuestros pies, como si un manto tenue la cubriese. Miré a mí alrededor y recordé que hacía solo un par de horas Apolo me había hecho el amor en esos mismos sillones. Aunque no era demasiado tiempo transcurrido, el recuerdo me pareció lejano y lancé un suspiro contrariado.—¿Vas a empujarme desde aquí ahora o esperaremos a que los Abruzo asesinen a mi esposo? —Lancé filosa, Tano como lo llamaban sus amigos o papá, como debería haberle llamado me miró con diversión en sus ojos.—Eres igual a tu madre. —Dijo, volviendo a posar sus ojos en el horizonte. —Y no hablo de que eres idéntica, solo físicamente y lo eres, vaya que lo eres. La mujer más hermosa que había visto en mi vida. —Fruncí el ceño.—¿La tomaste por la fuerza? —Si iba a morir esa misma noche, necesitaba saberlo. Era algo que me había preguntado constantemente desde que supe quién era mi padre
BriannaApoyé la frente contra mis manos cerradas en forma de plegaria. Nuevamente estaba rezando porque Apolo estuviese bien, que todo saliese según lo planeado y el amanecer lo trajese de vuelta conmigo. Sano y salvo. Mi mundo completo se sostenía bajo la promesa de que encontraríamos nuestro final feliz y ni siquiera podía pensar en algo diferente.Para soportar aquella espera, debía ser positiva.Me incorporé lentamente, la espera me estaba matando, necesitaba mantener la mente ocupada en algo que no fuese mirar compulsivamente el móvil que me había dejado Adrián para tenerme al tanto de lo que estaba ocurriendo. Cada vez que lo observaba para asegurarme de no haber recibido un mensaje o una llamada, las manos me temblaban y comenzaban a sudarme.Solo había pasado una hora, eran las tres y treinta de la mañana, pero aun así, me encontraba al borde del colapso total.Necesitaba, hacer algo, por lo que me levanté de un salto cuando tuve una idea fantástica. Iba a preparar algo de c
ApoloUna parte de mí quería darse la vuelta y volver con mi esposa. Hacer lo que ella decía, tomar un avión privado que despegase desde algún lugar recóndito y dejar que todo se hundiese a nuestra espalda. Aunque sabía que por muy tentador que sonase aquello, era imposible. No se detendrían y si no podían descargar su ira contra mí, lo harían contra familias inocentes con tal de obtener el poder absoluto.Eso sin mencionar que nos cazarían hasta el fin del mundo de ser necesario, si creyesen que estamos con vida. Ninguno de ellos heredaría directamente mi fortuna de forma directa por eso me necesitaban, por eso presionaban amenazando la vida de las únicas personas por las que era capaz de todo.Siempre creímos que el ataque a la finca era una vendetta, ahora entendía que estaban usando el dolor de Anthony para acabar conmigo, con la esperanza de doblegar con facilidad a Brianna.Detuve la motocicleta cuando me faltaban cinco kilómetros para llegar al pequeño aeropuerto privado desde
BriannaMe desperté un par de horas después confundida en una cama que no conocía. Me dolía la cabeza horriblemente, y poco a poco comencé a recuperar mis sentidos, hasta que los recuerdos de lo que había ocurrido unas cuantas horas antes, llegaron a tropel a mi mente. La persecución, la huida y finalmente la paz de estar nuevamente en los brazos de Apolo, el hombre que amaba, más que nada en el mundo.Lo recordé diciéndome sin parar: « Te amo». Sonreí como una tonta al rememorándolo repitiendo esas dos palabras a mi oído hasta que finalmente mis parpados se sintieron demasiado pesados como para mantenerlos abiertos. Su voz había sido como una canción de cuna y me sentí tan satisfecha al despertar.Me incorporé lentamente, restregándome los ojos. Sobre la cama, pulcramente acomodada había un par de vaqueros, una camiseta, una sudadera y unos botines. De inmediato supe que no podía ser otro, que mi esposo, maniático del orden quien acomodó aquellas prendas para cuando despertase. Me
Último capítulo