Elouise Leenon es una bella y joven mujer atrapada en un matrimonio desfavorable y abusivo con Isaac Wright, uno de los empresarios más exitosos del momento en la preciosa Inglaterra . Las cosas dan un giro inesperado cuando Elouise conoce al nuevo guardaespaldas que su esposo contrata, Edward Henderson, quien pronto hace más que solo protegerla.
Ler mais"—Por favor, por favor. Hay que escapar Edward, llévame contigo, no puedo estar un segundo más aquí. N-Necesito que... —Elouise lloró, sujetando desesperadamente el traje del guardaespaldas en sus pequeñas manos. Edward notó el dolor en el rostro de Elouise, su aliento con olor a licor. Observó a la joven recargarse en su pecho—. Sólo sácame de aquí.
Edward tragó saliva—. ¿Le ha golpeado, señora? ¿Wright le ha...?
Elouise soltó otro sollozo alto. Edward se quedó inmóvil—. Por favor... —sollozó ella—. Vayamos a otro lugar. No quiero estar aquí.
—Por supuesto, señora."
Por alguna razón, Edward terminó por hacer algo más que proteger a la joven Elouise.
Edward estaba en la cocina bebiendo un vaso de agua mientras charlaba un poco con la mujer que atendía las necesidades de la casa. Ella se llamaba Aranza y le hablaba sobre una hija preciosa que tenía, le alagaba por ser "guapo" y le decía sin pena alguna que hacía una pareja linda con esa hija suya y que seguramente le daba modelos de nietos, pues que según serían bellísimos. Edward mantenía sus labios rectos, con ganas de fruncir el ceño. —Que te lo digo en serio. Ella es muy linda. Seguro le encanta conocerte. El guardaespaldas dio un trago más a su vaso, disimulando la mueca fea que le quería escapar de los labios—. Creo que... No es un buen momento para tener una pareja. Pero agradezco su confianza. —murmuró. —¡Ah! ¿Y cuándo será momento? —a pesar de que su tono de voz fue elevado, no pareció que se hubiese molestado en absoluto, más bien parecía divertida. Edward parpadeó casi incómodo cuando Aranza se giró a darle una mirada y después prosiguió en lo que hacía, pulió algunos
A Edward le ofrecieron una habitación para invitados, ya que después de que Elouise se fuera a dormir la casa quedó en total silencio. La ama de llaves, de quién sinceramente Edward no recordaba el nombre, le dio las buenas noches después de decirle que había ropa de pijama y una toalla en la habitación que se le ofrecía. Sin embargo Edward rechazó todo. Las cosas estaban tensas y su trabajo era cuidar de la cliente. Prefirió pedir café, comentando que estaría despierto un rato más por algunos asuntos. La mujer no preguntó más y después de entregarle una bandeja con una taza de agua caliente, un poco de café, azúcar y cubiertos, finalmente se fue a dormir. Le acompañaba sólo una pequeña lámpara encendida en la sala de estar, dónde había decidido sentarse a pasar la noche. Después de vigilar a Elouise durante unas horas, se dio cuenta de que ella estaba tan cansada que ni siquiera iba a despertarse, lo profundo de sus respiraciones se lo confirmaron en su totalidad. Así que mientras E
El hombre suspiró parpadeando ante la vista de la enorme ciudad que podía observar a través del ventanal de cristal desde lo alto del edificio en el que se encontraba. Pensaba en muchísimas cosas. Y todo terminaba resumiéndose a una sola persona. Le lastimaba verla tan derrotada. Sabía que él mismo la había hecho caer en aquel pozo. Le lastimaba verla llorar, pero era él quién le daba los motivos. Le lastimaba ver sus hermosos ojos azules, brillando y no por felicidad, sino por los cientos de lágrimas que a cada momento le hacía derramar. Conocía a Elouise lo suficiente, y se conocía a sí mismo también. Aquello era injusto, era una basura, algo de lo que no podía simplemente elegir apartarse. Porque él era quién la había cagado. Él había dejado su corazón abierto para el asilo de alguien más aún cuando el espacio estaba cubierto por completo. Cubierto por aquellas manos suaves, aquellas curvas definidas, aquellas caricias amorosas, aquellos ojos azules. Podía estar compartiendo ¿U
Edward había recibido varias llamadas a su teléfono mientras conducía, las respondió con precaución y los ojos puestos en la carretera, por supuesto. Se puso ligeramente nervioso cuando escuchó la voz calmada de su patrón, pidiéndole amablemente que llevara a su esposo a una propiedad que tenía a las orillas de la ciudad. Isaac le pidió también una breve y escueta disculpa por el "drama" que había hecho Elouise y mencionó algo sobre no tener mucha importancia porque sucedía "a menudo". A Edward le estaba costando cada vez más mantener a raya su curiosidad. Se repetía una y otra vez que aquello no era su asunto. Que las lágrimas de la castaña no eran motivo para indagar en su vida personal y que aquel matrimonio problemático no era en realidad tan disfuncional. Quizás sólo eran diferencias y confusiones, talvez Elouise era la típica chica celosa que no entendía de razones cuando su esposo tenía que marcharse con compañeros de trabajo o lo que sea... A Edward no debería importarle. P
Elouise no tuvo que esperar mucho para poder ver el rostro confundido de suamadoesposo.El pelinegro iba saliendo por la puerta de la habitación cuando Elouise le topó de frente. Le tomó apenas dos segundos decidir de qué forma iba enfrentar aquello, y cuando lo hizo, arremetió contra Isaac, empujándolo por el pecho con todas sus fuerzas sintiendo el nudo en su garganta doler.—¡¿Cómo permites esto?! —gritó la joven con furia dejando que un par de lágrimas rodaran por sus mejillas ya que simplemente no podía evitarlo porque su corazón estaba demasiado roto para tratar de aparentar alguna nimia fortaleza—. ¡Cómo siquiera pudiste pensar en traerla aquí! ¡A mí hogar, el lugar donde duermo, donde vivo! ¡Mi casa, Isaac! ¡Esta es mi jodida casa!Quiso empujar a Isaac de nuevo, pero la situaci&oacu
Había una sonrisa grande en el rostro de Elouise. Sus ojos estaban brillantes y había un ligero balanceo inusual en sus pasos.Edward suspiró. Le iban a pagar por proteger a ese chica, no para ser su niñera. Pero si quería mantener su buena paga, debía seguir a Elouise con cuidado y en silencio desde atrás.La castaña entró en su vivienda y siguió de largo hasta la cocina donde se escuchaban algunos parloteos, Edward también siguió avanzando.Ella entró a la cocina donde pudo ver a Isaac y Deliyah, el primero estaba revisando su teléfono y la última limpiaba una mancha invisible del frente de la enorme nevera. Deliyah le sonrió al instante, Isaac sólo levantó la mirada.Pero Elouise le sonrió grande, así que Isaac lo hizo también. Y Elouise se acercó, así que Isaac abrió los brazos para ell
Último capítulo