Temía que su madre se diera cuenta, así que siguió caminando sin parar.Solo cuando llegó a un rincón poco transitado se permitió que las lágrimas cayeran sin control.Se apretó la garganta, intentando no hacer ruido.En el mundo de los adultos, los derrumbes casi siempre son silenciosos.No muy lejos, pasaron dos personas.Sus voces llegaron con claridad.—Xavi, gracias por venir hoy a ver a mi mamá. Está mucho mejor de ánimo que hace unos días; el doctor dice que estar de buen humor le ayuda mucho en la recuperación.La voz de la mujer era claramente coqueta, suave, cargada de dulzura.Xavier respondió:—¿Por qué agradecerme? Ya hablé con el doctor Orlando. Me comentó que pronto llegará un equipo de especialistas del extranjero al hospital; cuando eso pase, le pediré que intente acomodar las cosas.La atención y el cuidado del hombre hicieron que la mujer se sintiera aún más conmovida.—Xavi, eres tan bueno conmigo, de verdad no sé cómo pagarte todo esto.—Tonta, ¿cuándo te he dicho
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