Emilia estaba de pie frente al alto ventanal del estudio de Mateo, con los brazos cruzados, incapaz de quitarse de encima la opresión en el pecho. Las luces de la ciudad titilaban en el cristal, pero solo veía la sonrisa de Isla, aguda, taimada y venenosa."Mateo...", susurró, con la voz apenas firme. "No confío en Isla. Hay algo raro en ella, algo oscuro".Mateo levantó la vista del documento que fingía leer. Nada en esa página captó su atención, sobre todo cuando Emilia hablaba con esa mezcla de ira y miedo. Cerró el archivo lentamente."¿Qué quieres decir?", preguntó, acercándose a ella.Emilia respiró hondo. "Cuando se sentó con nosotros antes... el solo hecho de estar en la misma habitación me revolvía el estómago. Algo dentro de mí la rechazaba por completo. La odio, Mateo. La odio más de lo que esperaba. Y no puedo explicar por qué es como si mi alma la reconociera como... como una enemiga".Mateo se acercó, frunciendo el ceño. Había visto a Emilia furiosa, destrozada, vengativ
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