Media hora después, la cena ya estaba casi lista. No era la mejor cocinera del mundo, y la mayoría de las veces cocinaba fatal, pero se defendía bien con pasta y ensalada, y no sería lo mismo si hubiera pedido comida a domicilio. Por suerte, Javier se contentaba con poco. Un hombre corpulento que entrenaba cinco días a la semana, comía prácticamente cualquier cosa que le pusieran delante, sobre todo si iba acompañada de una copa de buen vino.Aunque la mesa del comedor tenía capacidad para diez personas, la preparó para dos, colocándolas una al lado de la otra en un extremo. Encontró unas velas en el aparador y atenuó las luces. Luego volvió a la cocina para terminar de preparar la cena. Él llegó solo unos minutos tarde.—¿Qué es todo esto? —preguntó sonriendo, con cara de genuina perplejidad.Lucía corrió a besarlo; un momento surrealista, sin duda. ¿Así se sentiría ser marido y mujer? Puede que no tuviera mucho tiempo para preparar la cena si llegaba a ser directora ejecutiva, pero
Ler mais