Capítulo 101 —Ahora sí... que se jodan todos.Narrador:Dinorah lo tenía completamente sometido. Inmóvil, obediente, consiente.Pero ese tipo de control, en alguien como Mateo, no se sostiene para siempre.Él respiraba con dificultad, como si el pecho no pudiera contener el aire. No era miedo. Era anticipación absoluta. La miraba desde abajo, fijo, grave, como si cada fibra de su cuerpo quisiera rebelarse, pero estaba esperando. Esperando el momento.Dinorah bajó la mano por su torso, lenta, calculada, sin intención de acariciar, sino de recordarle el dominio.Mateo cerró los ojos un segundo. Dinorah sonrió.—Eso —murmuró sobre su boca —Entrégate…Mateo los abrió. Y ahí se rompió todo. Agarró a Dinorah por la cintura con una fuerza cruda, súbita, inesperada, como la descarga de un rayo. Ella apenas alcanzó a jadear cuando él la volteó. Violento, inevitable.Dinorah quedó bajo él, con la bata abierta, el cabello pegado al rostro, la respiración cortada.Mateo no la presionó contra la ca

Capítulo 103 —FamiliaNarrador:El ambiente en el comedor era extraño… pero en el mejor sentido. No era tensión. No era incomodidad. Era cohesión.Todos estaban allí sentados, compartiendo mesa como si lo que había sucedido la noche anterior no hubiese sido un operativo clandestino, una ejecución real y una guerra declarada.Estaban en familia, El Diablo y Aylin, Franco y Lorena, Renzo y Sofía, Dominic, Luigi y Valeria, Mateo.Dinorah, como de costumbre, ocupaba su lugar en la cocina, desayunando aparte, aunque todos sabían que sus oídos estaban en todas partes.Luigi fue el primero en romper el silencio.—Mateo —dijo —¿Qué tal estuvo Montana?Todos miraron a Mateo, que estaba con las manos rodeando su taza, medio dormido pero de pie mentalmente.—Nunca dudé de él —respondió —pero ahora dudo todavía menos. Es de fiar, cien por ciento.—Bien —asintió Luigi.Valeria respiró hondo y levantó la mirada.—Quiero disculparme.Todos la miraron. Ella tragó saliva, un poco nerviosa.—Todo lo que

Capítulo 105 —Destruiría el continente completo.Narrador:Luigi no reaccionó. Estalló.—¡La pu*ta madre! —rugió, y de un manotazo barrió todo lo que había sobre el escritorio. Carpetas, bolígrafos, el cenicero, la laptop… todo cayó al piso en un estruendo que retumbó en el despacho —¿Cómo carajo es posible que alguien la haya sacado de la mansión? ¡¿Cómo?!Dinorah dio un paso atrás, porque lo que vio en su rostro no era simple enojo. Era furia. Era miedo. Era la desesperación de un hombre que ama.—No tengo idea —respondió ella, sin rodeos, sin suavizar nada —Pero si la sacaron de acá, alguien los ayudó. No pudieron entrar y salir sin que nadie lo notara. Eso significa traición dentro.Luigi golpeó la pared con el puño cerrado. La pintura se resquebrajó.—Los voy a hacer pedazos… —gruñó con esa voz rota que lo delataba —A todos los que hayan colaborado.Dinorah tragó saliva. No había visto a Luigi perder la compostura nunca. Ahora lo veía quebrado, pero no débil: era la versión más pe

Capítulo 107 —¡Eres un psicópata manipulador!Narrador:Valeria respiraba hondo, pausado, como si el mundo se hubiese detenido solo para verla dormir. Alejandro seguía sentado a su lado, en una silla de cuero oscura, con los codos apoyados en las rodillas y las manos juntas, como si estuviera orando… o esperando un milagro. Habían pasado dos horas. Dos horas en las que no apartó los ojos de ella ni un segundo. La luz tenue iluminaba su rostro, su respiración tranquila, los labios resecos.Hasta que finalmente ocurrió. Un leve movimiento de sus pestañas. Una pequeña mueca en los labios. Un suspiro involuntario.Alejandro se incorporó al instante, como si tuviera resortes en la espalda.Los ojos de Valeria comenzaron a abrirse, muy despacio, como si le costara conectarse con la realidad. Parpadeó varias veces. Miró al techo. Luego, al entorno. Y de pronto… lo vio... Alejandro.Ella dio un respingo, alejándose un poco hacia el borde de la cama, con el pulso acelerado.—¿Alejandro, que mie

Capítulo 109 —Esto lo cambia todo…Narrador:Alejandro aún la sostenía entre los brazos, su respiración rozándole el cabello, cuando algo cambió dentro de él. Tal vez a vulnerabilidad de ella, tal vez el dolor compartido, tal vez la confesión rota que había escuchado. Todo lo golpeó como un impulso irrefrenable.Sus manos subieron por su espalda, lentas, casi temblorosas.Y entonces, con un gesto deliberado, le tomó el rostro entre ambas manos.Valeria abrió los ojos con sorpresa al sentirlo.—Vale… —susurró él, con la voz hecha trizas.Y antes de que ella pudiera descifrar qué estaba pasando… Alejandro la besó.Un beso largo, profundo, desesperado, cargado de mucho tiempo de culpa, frustración y amor maldito. Ella se congeló un instante. El shock la dejó sin reacción.Pero apenas su mente volvió a la realidad, lo empujó con tal fuerza que Alejandro trastabilló hacia atrás, casi cayendo.—¡No te equivoques! —gritó ella, limpiándose la boca con rabia —¡Ni por un segundo!Alejandro la mi