Capítulo 91 —El bebé de mamáNarrador:La mañana siguiente llegó suave, con ese silencio extraño que queda después de un duelo, pero con la luz tenue entrando por los ventanales del comedor. La mansión olía a café recién hecho, pan caliente y calma.El Diablo ya estaba sentado, leyendo algo en su tablet. Aylin preparaba fruta en una bandeja como si fuera la dueña de esa cocina desde siempre. Franco y Lorena hablaban bajo. Sofía y Renzo acomodaban sillas. Dinorah servía agua con su eficiencia habitual, aunque algo en su expresión estaba… más blando.Luigi fue el primero del ala norte en aparecer, despeinado y con cara de haber dormido apenas, pero feliz. Valeria llegó tomada de su mano, en pantuflas, arropada en una bata suave que le daba un aire doméstico y precioso. Todos saludaron con calidez.Pero faltaba alguien.—¿Y Mateo? —preguntó Aylin, mirando hacia la escalera con el ceño fruncido.Como si su nombre hubiera sido un conjuro, se escucharon pasos lentos bajando. Pesados. Muy pes

Capítulo 93 —Esto no es cacería. Es guerra.Narrador:Mateo salió de la cocina con el celular ya desbloqueado. Ni un mensaje lleno de detalles. Ni una pista escrita. Solo una secuencia repetida de una sola palabra:“Llámame.” “Llámame.” “Llámame.”Mateo se pasó una mano por el cabello.—Mierda, Toni…Respiró hondo, presionó el botón verde y esperó. Tres tonos... cuatro.Y finalmente, la voz del otro lado respondió con ese tono insolente que parecía siempre al borde de la broma.—Adler, cuánto tardas en llamar, carajo.—Estaba ocupado —replicó Mateo sin perder tiempo —¿Qué mier*da tienes que no puedes escribir?—Algo que no se dice por teléfono —respondió Toni, bajando el tonoMateo apretó la mandíbula.—Dime qué es.—No, no —interrumpió Toni —Ya te dije. En persona. No pienso hablar de esto por teléfono.Mateo cerró los ojos, respiró profundo.—Toni… no es buen momento para visitas.Hubo un silencio breve. Luego Toni bajó la voz con inesperada seriedad.—Es algo sobre esa hermandad

Capítulo 95 —EgoístaNarrador:Renzo salió y la puerta apenas alcanzó a cerrarse cuando se abrió de nuevo. Valeria entró.No golpeó, no pidió permiso. Entró con ese paso firme que tenía cuando algo le ardía por dentro.Cerró la puerta. Despacio. Pero el sonido fue como un portazo emocional.Luigi la miró. Reconocía esa mirada. La había visto solo una vece antes: cuando se paró junto a él en el altar.Valeria fue directo hacia él sin titubear, sin rodeos. Se paró tan cerca que sus respiraciones se mezclaron. Lo miró con esos ojos que sabían herir, curar y desnudar al mismo tiempo.—Hace menos de veinticuatro horas —dijo ella, con voz baja pero afilada —me dijiste que me amabas… y ahora estás preocupado por Sofía.La frase cayó como piedra, sin suavizantes, sin anestesia.Luigi frunció el ceño, sorprendido… pero no herido por la queja. No era reclamo de capricho; era reclamo de amor.La tomó de los brazos, con cariño. Como si temiera romperla.—No es eso, Val…Ella no retrocedió ni un mi

Capítulo 97 —Mi hogarNarrador:Todos salieron del galpón. El silencio que quedó atrás era distinto. No era vacío. Era sentencia. Solo quedaron Luigi y Mateo. Mateo cerró la puerta con un clic que resonó como un juramento.Luigi se acercó a Claudio despacio, sin apuro, como quien ya tomó la decisión y solo queda cumplirla.Tadei seguía inconsciente, la cabeza colgando hacia adelante, el cuerpo inerte atado a la silla.Luigi se paró frente a él, respiró hondo y murmuró:—Nunca debieron meterse con mi esposa.Mateo lo miraba en silencio. Luigi tomó el arma. El sonido fue perfecto. Definitivo.No hubo discurso. No hubo amenaza. No hubo último intento de misericordia.Solo un disparo, una bala, seca, precisa.La cabeza de Claudio se fue hacia atrás y quedó sin vida. La sangre empezó a caer por la nuca, helándose antes de tocar el suelo frío.Luigi guardó el arma con la calma de quien no se arrepiente.Mateo no se movió. No habló. Solo respiró.Porque cualquier palabra hubiera sido una ofen

Capítulo 99 —No es por amorNarrador:Valeria cerró el grifo sin decir nada más.El baño quedó en silencio, solo con el vapor suspendido en el aire. Ella tomó una toalla grande, suave, y volvió hacia Luigi.Él intentó detenerla, casi con vergüenza.—Val… no hace falta, yo puedo——Shhh —le interrumpió, con esa dulzura firme que lo dejaba sin argumentos —Déjame. Quiero hacerlo.Luigi la miró un segundo y bajó los brazos, entregándose.Valeria lo secó con cuidado. No como si fuera frágil, ni como si estuviera herido… sino como si fuera suyo.Cada gesto era lento, dedicado. Suave en el pecho. Delicado en los brazos. Cálido en la espalda. Luigi tragó aire. No por placer. Por algo que muy pocas veces había sentido: cuidado.Cuando terminó, dejó la toalla a un costado y fue por el pantalón de pijama.Él arqueó una ceja, divertido.—¿Ahora también me vistes?—Literalmente. —respondió ella con un guiño.Y lo hizo.Le puso el pantalón, acomodándolo con paciencia, mientras él la observaba con esa