Él la vio, lo vio todo, la mirada, la bandeja en las manos, el leve temblor de la quijada que Aileen no pudo ocultar del todo, pero no se acercó, no dijo nada y entonces ella dio media vuelta, se fue, a paso redoblado, el eco de sus zapatos resonó en los azulejos del pasillo mientras se dirigía al jardín por otra puerta, necesitaba aire, espacio, no quería testigos, no quería compasión ni excusas, solo quería no sentir que la estaban rompiendo por dentro. Aileen apretó la mandíbula con fuerza cuando vio a Chloe, Madison y Thomas sentados en una banca del jardín, no dijo nada al llegar, solo estiró el brazo y le puso el café a Chloe frente a ella.— Gracias. — dijo la chica, notando el silencio extraño de su amiga.
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