La noticia llegó a las tres de la madrugada, dos días después de la explosión.Tamara estaba en la habitación segura que Konstantin había organizado en las afueras de Moscú, finalmente permitiéndose dormir unas horas, cuando el teléfono de Ethan sonó. Ella escuchó su voz desde la habitación contigua, el cambio en el tono que indicaba que algo había ido terriblemente mal.Cuando salió, encontró a todo el equipo reunido: Ethan, Damián, Gabriel, Valentina, Chen en videollamada desde Ginebra y Konstantin mirando la laptop con una expresión que helaba la sangre.—¿Qué pasó? —preguntó Tamara, aunque parte de ella ya sabía. Ya lo temía.Chen habló, su voz tensa:—Elena. No está en la morgue.El silencio que siguió era denso de implicaciones.—¿Cómo? —Gabriel se adelantó, arrebatando la laptop—. La vi. Estaba... casi muerta. Los paramédicos la llevaron...—Al hospital, sí. Donde murió en cirugía dos horas después —Chen escribió rápidamente, trayendo archivos—. Certificado de muerte firmado. Cu
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