Valentina Moreau caminaba como depredadora acercándose a presa. Cada paso era calculado, deliberado, letal. Las mujeres de su ejército se desplegaban en formación militar perfecta, armas listas, ojos evaluando amenazas.
Tamara se puso de pie lentamente, apartándose de Damián a pesar de su protesta silenciosa. Si esto iba a terminar en sangre, no quería que él fuera el primero en caer.
—Valentina —llamó, su voz más firme de lo que se sentía—. Necesitamos hablar.
Valentina se detuvo a veinte metros. Incluso a esa distancia, Tamara podía ver la furia fría en sus ojos. Ojos que eran exactamente como los suyos.
—¿Hablar? —La voz de Valentina era hielo puro—. Me dijeron que mataste a Elena. Que torturaste a Gabriel. Que destruiste todo lo que ella construyó. Y ahora quieres... ¿hablar?
—Te mintieron. —Tamara dio paso adelante, ignorando múltiples armas que la rastrearon inmediatamente—. Todo lo que te dijeron fue mentira.
—¿Como qué? ¿Como que eras víctima inocente? ¿Como que tu matrimonio