---¡BAM!Choqué con fuerza contra una pared. Solté un grito, asustada.—¡Mira por dónde vas! —¿la pared... habló?Espera un momento. ¡Él no es una pared! Las paredes no se quejan… y mucho menos tienen un aroma amaderado tan intenso, seductor y elegante.¿En qué estoy pensando?Levanté la mirada. Y me encontré con la “pared”. Hermoso. Bueno, “hermoso” es poco decir.Cabello rubio impecable, ojos verdes como esmeraldas —de esos que te llevan a dar un paseo por la selva amazónica en segundos, y luego te traen de vuelta… montado en un caballo blanco y todo.Era alto. Muy alto. Debía medir, no sé, ¿1,90? Yo mido 1,70 y aun así tuve que levantar bien el cuello para mirarlo.Espera… ¿por qué lo estoy mirando?Aparté la vista, ruborizada. Noté que mis cosas habían caído y me agaché rápidamente para recogerlas.—Perdón —murmuré, sin atreverme a mirarlo otra vez.Pero, en un abrir y cerrar de ojos, él también se agachó. Nuestras manos se rozaron. Retiré la mía de inmediato. La suya estaba cáli
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