KAELANEl metal chocaba, el polvo se levantaba y el olor del esfuerzo llenaba el aire. El entrenamiento había empezado antes del amanecer, cuando el sol apenas rozaba las montañas. Rhyd estaba frente a mí, la mirada fija, los puños listos, el cuerpo tenso… pero no concentrado. King gruñó dentro de mí desde el primer movimiento.Está distraído.“Lo sé”, respondí, esquivando su primer golpe. Era rápido, preciso, pero no tenía alma.Sus ataques no tenían peso, ni intención. Una parte de mí quiso dejarlo pasar, pero la otra —la parte alfa, la parte que no tolera grietas en un guerrero— rugió. Cuando lanzó el siguiente golpe, giré sobre mi eje, bloqueé con el antebrazo y lo tomé del pecho. En un solo movimiento lo derribé con fuerza, haciéndolo chocar contra el suelo.El impacto resonó en todo el campo de entrenamiento. Los soldados alrededor se quedaron quietos, atentos.Me incliné sobre él, con los dientes apretados. —A ver, si no estás concentrado, juro que te romperé el cuello —
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