Por otro lado, Amanda, al regresar a casa, le contó a Benicio con todo detalle lo que había sucedido aquel día.Al enterarse de que había sido Silvina quien salvó a su esposa, Benicio se sintió profundamente agradecido y no quiso dejar pasar la oportunidad de expresarlo personalmente.Llamó directamente a Silvina para darle las gracias, lo que la tomó un poco por sorpresa.—Señor Benicio, por favor, no sea tan formal. En realidad, aunque no hubiese sido la señora Amanda, yo tampoco habría podido quedarme de brazos cruzados —respondió Silvina con sinceridad.—Verá, nuestro médico de familia, que es de total confianza, justo está de visita aquí en España. Si no le incomoda, ¿le parecería bien que él le hiciera un chequeo? —preguntó Benicio, muy atento por teléfono—. No importa lo que diga, usted arriesgó su bienestar por mi esposa, y por principios y por gratitud, debo darle las gracias como corresponde. ¡Déjeme tener ese honor!Silvina lo pensó un momento. Ahora que Benicio había dado
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